© OMS / Genna Print
Un trabajador de la salud examina a un niño que ha sido ingresado con paludismo en el Hospital de Referencia del Condado de Kisumu en Kenya.
© Imagen

Gracias a las nuevas herramientas, el año pasado se salvaron un millón de vidas del paludismo, pero los avances peligran por el aumento de la farmacorresistencia

4 de diciembre de 2025
Comunicado de prensa

Según el Informe mundial sobre el paludismo que publica anualmente la OMS, se estima que el uso generalizado de nuevas herramientas contra el paludismo, como los mosquiteros con doble ingrediente y las vacunas recomendadas por la OMS, contribuyó a prevenir 170 millones de casos y un millón de muertes en 2024.

Las herramientas recomendadas por la OMS se están integrando de forma creciente en los sistemas generales de salud. Desde que la OMS aprobó en 2021 las primeras vacunas antipalúdicas del mundo, 24 países las han introducido en sus programas de vacunación sistemática. También se ha ampliado la quimioprofilaxis estacional del paludismo, que ahora se aplica en 20 países y que en 2024 llegó a 54 millones de niños, lo que supone un aumento con respecto a los aproximadamente 0,2 millones de 2012.

Asimismo, se están realizando progresos en la eliminación del paludismo. Hasta la fecha, un total de 47 países y 1 territorio han recibido de la OMS la certificación de la eliminación del paludismo: Cabo Verde y Egipto obtuvieron la certificación en 2024, y Georgia, Surinam y Timor-Leste se sumaron a ellos en 2025. A pesar de estos importantes avances, se estima que en 2024 se produjeron 282 millones de casos de paludismo y 610 000 muertes, lo que supone aproximadamente 9 millones de casos más que el año anterior.

Se estima que el 95 % de estas muertes se produjeron en la Región de África de la OMS, y la mayoría de ellas entre niños menores de 5 años. En el informe se pone de manifiesto que la farmacorresistencia a los medicamentos antipalúdicos está aumentando y supone un obstáculo para la eliminación del paludismo.

«Las nuevas herramientas para la prevención del paludismo nos dan nuevas esperanzas, pero aún nos enfrentamos a importantes retos», ha declarado el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «El aumento en el número de casos y muertes, la creciente amenaza de la farmacorresistencia y los efectos de los recortes en la financiación amenazan con hacer retroceder los avances que hemos logrado en los dos últimos decenios. Sin embargo, ninguno de estos retos es insuperable. Con el liderazgo de los países más afectados e inversiones específicas, la visión de un mundo exento de paludismo sigue siendo realizable».

En el Informe mundial sobre el paludismo se ponen de relieve los datos sobre la resistencia parcial a los derivados de la artemisinina, que se convirtieron en la columna vertebral de los tratamientos antipalúdicos tras los fracasos de la cloroquina y la sulfadoxina-pirimetamina. Ya se ha confirmado o se sospecha que existe resistencia a los medicamentos antipalúdicos en al menos ocho países de África, y hay posibles indicios de que está disminuyendo la eficacia de los medicamentos que se combinan con artemisinina.

Los avances en la reducción de las tasas de mortalidad por paludismo, un objetivo clave de la Estrategia técnica mundial contra la malaria 2016-2030, siguen estando muy lejos de lo previsto. En 2024, se produjeron 610 000 muertes. Esto corresponde a 13,8 muertes por paludismo por cada 100 000 habitantes, más de tres veces el objetivo mundial de 4,5 muertes por cada 100 000 habitantes.

Problemas complejos que dificultan los progresos

En el informe de este año se hace hincapié en un creciente número de riesgos que se ciernen sobre los esfuerzos encaminados a eliminar el paludismo, además de la amenaza de la resistencia a los medicamentos antipalúdicos.

Los parásitos palúdicos con deleciones del gen pfhrp2 continúan siendo prevalentes, lo que socava la fiabilidad de las pruebas de diagnóstico rápido, mientras que la resistencia confirmada a los piretroides en 48 países está reduciendo la eficacia de los mosquiteros tratados con insecticidas. Al mismo tiempo, los mosquitos Anopheles stephensi, resistentes a muchos insecticidas de uso común, han invadido ahora nueve países africanos, lo que supone un grave problema para las iniciativas de control del paludismo en las zonas urbanas.

Más allá de las amenazas biológicas, los fenómenos meteorológicos extremos también están contribuyendo al aumento de los brotes de paludismo. Los cambios en las temperaturas y las precipitaciones están alterando los hábitats de los mosquitos y, por tanto, los patrones de transmisión.

Los conflictos y la inestabilidad en las regiones afectadas también están provocando alteraciones generalizadas en los servicios de salud, lo que limita el acceso a la atención y retrasa el diagnóstico y el tratamiento oportunos.

El problema se ve agravado por el estancamiento de la financiación mundial que se ha producido a lo largo del último decenio, que limita el alcance de las intervenciones que salvan vidas. En 2024, se invirtieron 3900 millones de dólares de los Estados Unidos en la respuesta al paludismo, pero esta cifra alcanzó menos de la mitad del objetivo de financiación para 2025 de 9300 millones de dólares establecido en la Estrategia técnica mundial.

La reciente reducción de la asistencia oficial para el desarrollo ha afectado profundamente a los sistemas de salud, debilitando la vigilancia sistemática y obligando a cancelar o aplazar la mayoría de las encuestas previstas sobre el paludismo. Estos recortes también han aumentado el riesgo de que se agoten las existencias y se retrasen las campañas de intervención contra el paludismo, lo que socava el impacto de los programas.

Respuesta liderada por los países y facilitada por los asociados

«El Informe mundial sobre el paludismo es claro: la farmacorresistencia está avanzando. Nuestra respuesta debe ser igualmente clara: nuevos medicamentos con nuevos mecanismos de acción», ha declarado el Dr. Martin Fitchet, Director General de Medicines for Malaria Venture. «El desarrollo de la primera politerapia sin artemisinina, ganaplacida-lumefantrina, es la prueba de que esto es posible y representa el comienzo de un nuevo capítulo en la resiliencia frente al paludismo. Junto con una alianza mundial de conocimientos especializados, compromiso y financiación, podemos adelantarnos a la resistencia y suministrar nuevos medicamentos para garantizar que el paludismo deje de ser una amenaza». 

Los compromisos políticos deben traducirse en recursos y medidas con un impacto sostenible y equitativo. La OMS insta a los países donde el paludismo es endémico a que mantengan sus compromisos políticos para poner fin a las muertes por paludismo, tal como se señala en la Declaración de Yaundé. La unidad y la acción en el marco de la iniciativa del «Gran Impulso» ayudarán a la comunidad mundial dedicada a la lucha contra el paludismo a mitigar las amenazas actuales y futuras para lograr un futuro sin paludismo.